Hay que saber decir: NO
¿Qué nos hace decir SI, cuando queremos decir NO?
En ocasiones el estrés, la falta de autoestima o el miedo a ser prescindible nos impide ser sinceros y aceptamos lo que, ya de antemano, sabemos que será difícil cumplir.Esto es, básicamente, la decisión entre obtener una gratitud finita (SI) o una gratitud mucho más tardía y duradera (NO). En ambos casos obtenemos nuestra codiciada gratitud pero, ¿no parece mucho más razonable la segunda opción?
Se me ocurre un ejemplo en primera persona: Un paciente viene a vernos a nuestra Clínica de Medicina Estética Campa, la vamos a llamar Sara; no es un paciente nuevo, nos visita desde hace tiempo y ha disfrutado de varios tratamientos.
En esta ocasión, Sara, se interesa por un tratamiento que le ha recomendado un primo suyo, o una vecina, o su hermano, … (cuantas veces nos ha pasado esto, ¿verdad?). Y se lo han recomendado por ser rápido, indoloro y con muy buenos resultados. Nuestra Doctora, que ha realizado este tratamiento satisfactoriamente en multitud de ocasiones, valora el perfil de Sara y ve, que algunos de los parámetros, indican que no es apta para recibir este tratamiento que tanto le interesa. Podría ser muy peligroso para la salud de Sara lo que, para otros pacientes, ha sido totalmente inofensivo.
Qué situación. El demonio de la tentación o el ángel del razonamiento.
Afortunadamente la medicina es una ciencia en la que no hay lugar para demonios. Ahora Sara conoce los peligros que este tratamiento en particular tiene para su salud y, además, conoce otras alternativas con el mismo resultado: la decisión está tomada, y Sara debe decidir.
Conservar su salud, nos va a mantener a Sara contenta; en realidad, seguimos fidelizando a Sara. Tal vez no se dé cuenta en un primer momento, ya que a ninguno de nosotros nos gusta recibir un NO por respuesta, pero en un futuro muy cercano verá cuán importante es ella para nosotros.
Incluso aunque visite otra clínica y reciba el tratamiento, ¿qué resultado creen que obtendrá? En el mejor de los casos que no suceda nada y el tratamiento sea exitoso, ¿creen que merece la pena correr riesgos innecesarios?
Ciertamente el demonio de la tentación recibe a sus clientes en su lujosa mansión, mientras el ángel del razonamiento se interesa por sus pacientes con sencillas llamadas al celular.
¿Somos ángeles o demonios? Sencillamente: somos MEDICINA ESTÉTICA CAMPA